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¿Casualidad o causalidad?

Todos hemos tenido la experiencia de sentirnos deprimidos, ansiosos, nerviosos, asustados, con pensamientos rumiativos que no podemos sacarnos de la cabeza o desconectados de los demás.

A veces estas reacciones están basadas en situaciones actuales, por lo que, cuando cambia la situación, los síntomas desaparecen, sin embargo, para muchos de nosotros, estos síntomas ocurren sin razón aparente, lo cual es una señal de que existen recuerdos subyacentes de base, no procesados que los están causando.

Esto quiere decir que, cualquiera que haya sido el pensamiento, la emoción, la creencia, el síntoma físico o la conducta negativa persistente que te haya estado molestando, esta no es la causa del sufrimiento sino el síntoma, ya que la causa es el recuerdo que hay por debajo.

Nuestros recuerdos son la base tanto de la presencia de síntomas negativos como de tener una buena salud mental. La diferencia clave está en la forma en la que los recuerdos están almacenados en el cerebro.

Si los recuerdos no están procesados y se hallan aislados y no conectados con redes adaptativas que puedan llevarlo a una resolución eficaz, puede dar lugar a que reaccionemos de manera desproporcionada, o que actuemos de una forma dañina tanto para nosotros mismos, como hacia los que nos rodean.

Si los recuerdos están bien procesados, seremos capaces de reaccionar de una forma más beneficiosa tanto para nosotros mismos como hacia las demás personas.